viernes, 26 de febrero de 2010

Aún


Quizá ya empezaba a creer que me había acostumbrado a no mirarte. A regresar de la universidad y recibir un beso tuyo. A levantarme por las mañanas y no tener a quién decirle "buenos días". A no tener un pecho lleno de afecto en donde apoyarme en mis momentos de derrota. A no poder tomarte de la mano y acariciarla miles de minutos. A no escuchar tus quejas de dolor por culpa de ese maldito monstruo que se apoderó de ti. A no oírte decirme "princesa" cuando deseabas que me aproxime a ti para darte un beso.

Empecé a creer que quizá alguien más quería ocupar tu lugar en mi vida, en nuestra familia. "Los cuatro, siempre los cuatro juntos", esa frase retumbaba una y otra vez en mi mente. Entonces pensaba en si yo de alguna manera dejaba la puerta abierta para que llegara alguien más. Tenía miedo. No era mi intención, pero al parecer ese hueco ahora lleno de soledad clamaba por llenarse de amor nuevamente. Quería ser yo quien lo llenara, quien les diera a ellas ese amor para que no sientan que les quitaron algo.

Haces unos días me levanté con la idea de ser para ellas lo que tú fuiste. Con unas extrañas ganas de darles todo lo que quisieran, como cuando tú estabas aquí. Pero hoy me doy cuenta de que no soy quizá ni la sombra de lo que tú fuiste, que te necesito más que nunca. Que muero de ganas de encontrarte en casa por las noches para poder contarte cómo estoy haciendo las cosas. Que muero por oír tus consejos porque me siento derrotada. Siento que no hago las cosas bien, que no estas orgulloso de mí. Y eso hace que a veces no tenga ganas de dar más. Me faltan tus palabras de aliento. Me falta ese abrazo lleno de amor que solías darme. Me faltas tú.

Te hice una promesa. Lo recuerdo. No podré olvidarla nunca. Por eso hoy - a pesar de que las lágrimas siguen rodando por mis mejillas - me he prometido no darme por vencida. Me he prometido - y te vuelvo a prometer - entregarme al máximo para poder decirte que sigo siendo la chica valiente que sabes que soy. Solo necesito algo: Que no sueltes mi mano porque no quiero perderme.

Porque aún te extraño y porque daría mi vida a cambio de la tuya.