lunes, 14 de septiembre de 2009

Se volvió a ir


Buscando la salida a este mundo de problemas me topé con un rostro familiar. Mi vida había sido terrible en estas últimas semanas. Un día relativamente soleado se había convertido en un tenebroso día nublado sin ninguna solución. Mi cabeza estaba por estallar y yo sólo buscaba una mano caliente y un hombro en donde apoyarme para llorar. Era lo mejor que podía hacer.

Sentí que la maldita mañana llena de risas y canciones mal cantadas - pero animosas - se habían ido al tacho de basura. Maldita sea!, fue lo primero que dije al darme cuenta de que todo empezaba a empeorar. Volteé el rostro y me topé con tu foto frente a mí. "Ya ya! ya sé que toy haciendo las cosas mal, pero es que me llega pz (una de mis palabras favoritas ) todo es gritos y discusiones, qué hago?", dije. 

Sí, era él otra vez, como las muchas veces en que renegué de mis días y me dijo que no estuviera así. Fue xtraño, inusual. Una tranquilidad me bañó en solo segundos. Lloré inconsolablemente y le pedí paciencia para terminar el agotador día. No sé si me oyó, pero las cosas empezaron a cambiar. Llegué a la universidad, salude a mis amigas, e intenté distraerme de las cosas. De pronto, de nuevo las cosas malas se posaron, como mariposa en la rama, sobre mi cabeza. No sé qué hacer, dije. 

Es que las cosas han cambiado, ya no estamos juntas, él no está en nuestras vidas de la misma forma y me siento sin salida. Como si el mundo fuera a acabarse mañana. Qué pasó ahora?, me preguntó una de ellas. Yo no sabía como explicarle tantas cosas a la vez, cómo decirle que siento que estoy sola, que nadie se preocupa por mí, por lo que hago, por lo que me sale mal - o terriblemente mal -, por mi vida en general. Quise llorar nuevamente, pero me contuve. "Ya no más lágrimas", me dije. 

De regreso a mi casa. Respiré fuertemente antes de entrar y abrí la puerta. Le di un beso a mi hermana y mi mamá. Fabi (mi hermana) me abrazó y me dijo: ya le pedí disculpas, porque me di cuenta de que ella nunca lo haría. Sonreí y la volví a besar. Me alegró oír eso. Demasiado diría yo. Entré al dormitorio, miré su foto nuevamente y le sonreí con ternura. La calma parecía volver a mí. Recé - como todas las noches - e intenté dormir. 

Soñé con él en un abrazo nunca dado, diciéndole que tenía miedo de volverlo a perder; me miró a los ojos y me dijo: "No!, eso no va a pasar, no pienses en eso. Ya regresé y me quedaré aquí". Me levanté llorando sobresaltada, creí tenerlo entre mis brazos. Su presencia se escurrió entre ellos como agua por mis manos. Se volvió a ir.