sábado, 28 de noviembre de 2009

Solo uno


Nuestras miradas se cruzaron y de pronto un destello de emociones nos embargó. Sonreí sutilmente y él me miró sonrojado. Se acercó tímidamente a mí, pero no logró decirme palabra alguna. Deslicé mi mano sobre su hombro intentando darle confianza, pero él se intimidó aún más. Tomé sus manos y me di cuenta de que sudaban excesivamente.


-Qué te pasa? ¿Estás bien?
- Sí (tartamudeó) E..es que me..me pu..puse nervioso.
- (sonreí) Pero ¿por qué? ¿tanto miedo puedo darte?
- (sonrojado) No. Es que no creí que me hablarías.
- ¿Por que no habría de hacerlo? ...Sabes algo? A veces uno tiene que actuar como se lo dicta el corazón. Y este corazón travieso me dijo que me acercara a ti, que no tuviera miedo.
- Ah si? ¿Así que tu corazón te dice qué hacer? A mí no me funciona eso. Es mi cerebro el que me dice todo. Y justo hoy por la mañana me dijo que no hablara con extraños (risas)
-(confundida) Qué extraño. A mí el corazón me dice que diga lo que tenga que decir y haga lo que tenga que hacer. Entonces el miedo ya no tiene cabida. Esta fuera de juego.
-¿El miedo? Ese seguramente no está contigo porque vive conmigo. Me levanta y me acuesta todos los días. Fue precisamente él quien me hizo tartamudear cuando me preguntaste si me pasaba algo.
-Sácalo del juego también. Es sencillo. Ya te lo dije.
-(en voz baja) Decir lo que tengo que decir
-¿Cómo?
-Tengo que decir muchas cosas.
-Entonces dilas. No dudes. El dudar hace que el vuelva a jugar otra vez.
-¿Puedo empezar contigo?
-¿Conmigo?
-Sí. Quiero decirte algo importante. Algo que no te dije antes porque el miedo aún jugaba.
-Esta bien. Entonces empecemos por mí.

Me tomó de la mano y me dirigió hacia unas bancas que estaban cerca de nosotros. Me sentí confundida, pero obedecí sin decir nada. Hasta ahora no se por qué.

-Sabes algo? Desde que te aproximaste a mí sentí que ese miedo del que me hablaste empezó a desvanecerse. El momento o quizá tú hicieron que yo me sintiera seguro de mí.
-Pero si tartamudeaste cuando te hablé
-Sí. Justo en ese momento las cosas empezaron a tornarse mucho más claras. Siempre te veía cruzando la calle por las tardes y te miraba detenidamente intentando saber qué era lo que hacía que me sintiera atraído a mirarte una y mil veces.
-¿Atraído?
-Sí. Encandilado, entusiasmado, enamorado. Son muchas cosas las que me haces sentir. Jamás pensé oír tu voz, quizá fue por eso que titubeé al hablar. El sonido melódico de tus palabras lograron "sacarme del juego", como tú dices.
-(Sonrojada) Pero si yo sólo me preocupé por ti. Por eso te pregunté si te sentías bien... ¿Y cómo es que jamás me he dado cuenta de que me miras?
-No lo sé. Pensé que quizá si te habías percatado. Siento mucho haber esperado a que tú me hablaras para decirte todo esto. Pero es que tenía miedo.
-¿Por qué me dices todo esto?¿Es una broma no? ¿Quién te dijo que la hicieras?
- Nadie. Te lo juro Miranda.
- ¿Y cómo sabes mi nombre? ¿También espiaste mis conversaciones, leíste algo mío o qué?
-No. Lo supe antes de besarte. Hace algunos días.
-¿Besarme? Estás loco. Yo jamás me he besado contigo (confundida)
-Tú no conmigo, pero yo sí contigo. Quizá es estúpido. Pero pasó. Yo te miré detenidamente, me aproximé a ti, te tomé de las manos y te besé. Fue un beso mágico, único, de esos que no se repiten nunca más.
-Insisto. Estás loco. Eso jamás pasó.
-Pasó. En mis sueños, pero pasó. Desde ese día te amo más que a nada en este mundo. Más que a mí mismo. Más que a ver la luna por las noches. Más que amanecer con el sol iluminando mi rostro.

Lo miré confundida y de pronto un suspiro acabó con mis palabras. Levanté la mirada y era él otra vez. El mismo al que yo también solía observar todos los días. Pensé que quizá estaba soñando. No era así. Él estaba frente a mí y yo junto a él. Como siempre lo imaginé. Me entrelacé en sus brazos y el contacto esperado por fin se dio. Ya éramos uno. Como en mis sueños. Como en nuestros sueños.

lunes, 23 de noviembre de 2009

No sé



No sé desde cuando empecé a creer que tu presencia tenía un significado más grande
No sé desde cuando oír tus palabras hacen que mi corazón se acelere
No sé desde cuando tengo la maldita necesidad de oírte todas las noches
No sé desde cuando pienso en ti antes de dormir...

No sé desde cuando empezaste a entrar en mi vida
No sé desde cuando mis palabras casi siempre son dirigidas a ti
No sé desde cuando la sonrisas fingidas empezaron a ser sinceras
No sé desde cuando el "te quiero" empezó a tener otro rumbo...

No sé desde cuando mi vida empezó a tambalearse por el soplo de tu vida
No sé desde cuando los lazos de afecto empezaron a atarse fuertemente poco a poco
No sé desde cuando tengo miedo estar cerca de ti y caer en un abismo
No sé desde cuando empecé a depender de ti y ya no puedo escapar...