martes, 8 de diciembre de 2009

¿Es acaso que soy yo la equivocada?...


La vida empezaba a tener sentido. Fue un maldito día, sin duda alguna, pero supe llenar mi alma de felicidad en pocos minutos. Al parecer su mirada me esquivaba - y con justa razón - porque yo ya no cumplía con las características de chica perfecta que el creía que era. Se lo dije. Se había equivocado creyendo que la muchacha risueña y alegre que le sonreía todos lo días era la mejor de todas. Quizá no soy la mejor, ni aún comparada con la peor. Ya se lo había hecho saber, pero él se encerró en sus pensamientos y siguió creyendo que tenía mucho más para dar.

La confusión había entrado al juego. Al maldito juego de amores, como lo llamo. Por qué creer que estoy a un paso de ser lo mejor que le pudo pasar si no puedo ni siquiera comprenderme a mí misma. No es justo. Ni para él ni para mí. Entonces deje de mirarlo con la ternura de antes.

No tiene sentido hacerlo. Provoco que ese cariño no merecido se haga más grande y yo cada vez más pequeña. Siento que ese monstruoso amor empieza a abalanzarse poco a poco sobre mí y me quedo sin salida. Es mucho mejor de lo que yo creía. De eso no tengo duda. Tiene características magníficas que ahora empiezo a admirar, que quizá desde ya extraño.

Una elegancia, una forma de ser, una forma de tratar, una forma de amar. Es único. Y quizá eso es lo que yo más quiero de él. Y quizá es mi estupidez la que él quiere de mí. Quizá sea mi mirada a veces cándida la que logra atraparlo con cierta timidez. No es mi intención. Solo quiero que me quiera.

Entonces su tímida sonrisa empieza a hacerse más notoria, su mirada temerosa empieza a sentirse con más continuidad que nunca y sus manos temblorosas se acercan a mí con más seguridad. Ya no quiero más. Me siento la peor del mundo haciendo que él sienta eso. Queriendo acercarme a él para lograr que piense en mí unos minutos más.

¿Alejarme para que me olvide? Pero si yo no quiero eso. Quizá debería quererlo, pero no es así. Quiero seguir junto a él. Quiero hacerlo sonreír como hasta ahora. Quiero que me siga diciendo que me quiere a pesar de todo. A pesar de sí. A pesar de mí misma.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ya me cansé...


Empecé a creer que nuestro secreto salía a la luz más pronto de lo que yo me esperaba. No sé si fueron las estúpidas ganas de decir te amo - no importaba a quién- o es que esas palabras morían por ser pronunciadas de tus labios - quizá no hacia mí - lo más pronto posible. ¿Es que puedo amarte yo también? Mi cabeza me dice algo y mi corazón va hacia otro rumbo. Estoy confundida.

!Te odio con todo mi cariño! No es broma. Cómo puedo quererte si acumulas en mi mente una serie de palabras inútiles que lo único que hacen es convencerme día con día de que te necesito a mi lado. Ya no pienses en él, me dice el corazón a gritos. ¿Qué puedo hacer yo? Ya me cansé de llorar.

Del otro lado está él. Con su rostro melancólico, triste, pensativo. Volteo mi mirada y no puedo evitar contemplarlo con cierta perplejidad, con cierta estupidez. Quiero borrarlo de la página, pero una y otra vez se involucra más. Un roce de manos, una caricia casual. Todo - absolutamente todo - hace que yo me estremezca hasta casi morir.

Ya me cansé de los sentimientos duplicados.
De las sonrisas sinceras queriendo ser falsas.
De los acercamientos no deseados que se dan a cada instante.
De los besos lentos y secretos entre nosotros.
Del "te quiero" sincero que necesito decirte para poder dormir mejor.
Del la maldita necesidad de hablarle para poder estar mejor conmigo misma....