martes, 8 de diciembre de 2009

¿Es acaso que soy yo la equivocada?...


La vida empezaba a tener sentido. Fue un maldito día, sin duda alguna, pero supe llenar mi alma de felicidad en pocos minutos. Al parecer su mirada me esquivaba - y con justa razón - porque yo ya no cumplía con las características de chica perfecta que el creía que era. Se lo dije. Se había equivocado creyendo que la muchacha risueña y alegre que le sonreía todos lo días era la mejor de todas. Quizá no soy la mejor, ni aún comparada con la peor. Ya se lo había hecho saber, pero él se encerró en sus pensamientos y siguió creyendo que tenía mucho más para dar.

La confusión había entrado al juego. Al maldito juego de amores, como lo llamo. Por qué creer que estoy a un paso de ser lo mejor que le pudo pasar si no puedo ni siquiera comprenderme a mí misma. No es justo. Ni para él ni para mí. Entonces deje de mirarlo con la ternura de antes.

No tiene sentido hacerlo. Provoco que ese cariño no merecido se haga más grande y yo cada vez más pequeña. Siento que ese monstruoso amor empieza a abalanzarse poco a poco sobre mí y me quedo sin salida. Es mucho mejor de lo que yo creía. De eso no tengo duda. Tiene características magníficas que ahora empiezo a admirar, que quizá desde ya extraño.

Una elegancia, una forma de ser, una forma de tratar, una forma de amar. Es único. Y quizá eso es lo que yo más quiero de él. Y quizá es mi estupidez la que él quiere de mí. Quizá sea mi mirada a veces cándida la que logra atraparlo con cierta timidez. No es mi intención. Solo quiero que me quiera.

Entonces su tímida sonrisa empieza a hacerse más notoria, su mirada temerosa empieza a sentirse con más continuidad que nunca y sus manos temblorosas se acercan a mí con más seguridad. Ya no quiero más. Me siento la peor del mundo haciendo que él sienta eso. Queriendo acercarme a él para lograr que piense en mí unos minutos más.

¿Alejarme para que me olvide? Pero si yo no quiero eso. Quizá debería quererlo, pero no es así. Quiero seguir junto a él. Quiero hacerlo sonreír como hasta ahora. Quiero que me siga diciendo que me quiere a pesar de todo. A pesar de sí. A pesar de mí misma.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ya me cansé...


Empecé a creer que nuestro secreto salía a la luz más pronto de lo que yo me esperaba. No sé si fueron las estúpidas ganas de decir te amo - no importaba a quién- o es que esas palabras morían por ser pronunciadas de tus labios - quizá no hacia mí - lo más pronto posible. ¿Es que puedo amarte yo también? Mi cabeza me dice algo y mi corazón va hacia otro rumbo. Estoy confundida.

!Te odio con todo mi cariño! No es broma. Cómo puedo quererte si acumulas en mi mente una serie de palabras inútiles que lo único que hacen es convencerme día con día de que te necesito a mi lado. Ya no pienses en él, me dice el corazón a gritos. ¿Qué puedo hacer yo? Ya me cansé de llorar.

Del otro lado está él. Con su rostro melancólico, triste, pensativo. Volteo mi mirada y no puedo evitar contemplarlo con cierta perplejidad, con cierta estupidez. Quiero borrarlo de la página, pero una y otra vez se involucra más. Un roce de manos, una caricia casual. Todo - absolutamente todo - hace que yo me estremezca hasta casi morir.

Ya me cansé de los sentimientos duplicados.
De las sonrisas sinceras queriendo ser falsas.
De los acercamientos no deseados que se dan a cada instante.
De los besos lentos y secretos entre nosotros.
Del "te quiero" sincero que necesito decirte para poder dormir mejor.
Del la maldita necesidad de hablarle para poder estar mejor conmigo misma....

sábado, 28 de noviembre de 2009

Solo uno


Nuestras miradas se cruzaron y de pronto un destello de emociones nos embargó. Sonreí sutilmente y él me miró sonrojado. Se acercó tímidamente a mí, pero no logró decirme palabra alguna. Deslicé mi mano sobre su hombro intentando darle confianza, pero él se intimidó aún más. Tomé sus manos y me di cuenta de que sudaban excesivamente.


-Qué te pasa? ¿Estás bien?
- Sí (tartamudeó) E..es que me..me pu..puse nervioso.
- (sonreí) Pero ¿por qué? ¿tanto miedo puedo darte?
- (sonrojado) No. Es que no creí que me hablarías.
- ¿Por que no habría de hacerlo? ...Sabes algo? A veces uno tiene que actuar como se lo dicta el corazón. Y este corazón travieso me dijo que me acercara a ti, que no tuviera miedo.
- Ah si? ¿Así que tu corazón te dice qué hacer? A mí no me funciona eso. Es mi cerebro el que me dice todo. Y justo hoy por la mañana me dijo que no hablara con extraños (risas)
-(confundida) Qué extraño. A mí el corazón me dice que diga lo que tenga que decir y haga lo que tenga que hacer. Entonces el miedo ya no tiene cabida. Esta fuera de juego.
-¿El miedo? Ese seguramente no está contigo porque vive conmigo. Me levanta y me acuesta todos los días. Fue precisamente él quien me hizo tartamudear cuando me preguntaste si me pasaba algo.
-Sácalo del juego también. Es sencillo. Ya te lo dije.
-(en voz baja) Decir lo que tengo que decir
-¿Cómo?
-Tengo que decir muchas cosas.
-Entonces dilas. No dudes. El dudar hace que el vuelva a jugar otra vez.
-¿Puedo empezar contigo?
-¿Conmigo?
-Sí. Quiero decirte algo importante. Algo que no te dije antes porque el miedo aún jugaba.
-Esta bien. Entonces empecemos por mí.

Me tomó de la mano y me dirigió hacia unas bancas que estaban cerca de nosotros. Me sentí confundida, pero obedecí sin decir nada. Hasta ahora no se por qué.

-Sabes algo? Desde que te aproximaste a mí sentí que ese miedo del que me hablaste empezó a desvanecerse. El momento o quizá tú hicieron que yo me sintiera seguro de mí.
-Pero si tartamudeaste cuando te hablé
-Sí. Justo en ese momento las cosas empezaron a tornarse mucho más claras. Siempre te veía cruzando la calle por las tardes y te miraba detenidamente intentando saber qué era lo que hacía que me sintiera atraído a mirarte una y mil veces.
-¿Atraído?
-Sí. Encandilado, entusiasmado, enamorado. Son muchas cosas las que me haces sentir. Jamás pensé oír tu voz, quizá fue por eso que titubeé al hablar. El sonido melódico de tus palabras lograron "sacarme del juego", como tú dices.
-(Sonrojada) Pero si yo sólo me preocupé por ti. Por eso te pregunté si te sentías bien... ¿Y cómo es que jamás me he dado cuenta de que me miras?
-No lo sé. Pensé que quizá si te habías percatado. Siento mucho haber esperado a que tú me hablaras para decirte todo esto. Pero es que tenía miedo.
-¿Por qué me dices todo esto?¿Es una broma no? ¿Quién te dijo que la hicieras?
- Nadie. Te lo juro Miranda.
- ¿Y cómo sabes mi nombre? ¿También espiaste mis conversaciones, leíste algo mío o qué?
-No. Lo supe antes de besarte. Hace algunos días.
-¿Besarme? Estás loco. Yo jamás me he besado contigo (confundida)
-Tú no conmigo, pero yo sí contigo. Quizá es estúpido. Pero pasó. Yo te miré detenidamente, me aproximé a ti, te tomé de las manos y te besé. Fue un beso mágico, único, de esos que no se repiten nunca más.
-Insisto. Estás loco. Eso jamás pasó.
-Pasó. En mis sueños, pero pasó. Desde ese día te amo más que a nada en este mundo. Más que a mí mismo. Más que a ver la luna por las noches. Más que amanecer con el sol iluminando mi rostro.

Lo miré confundida y de pronto un suspiro acabó con mis palabras. Levanté la mirada y era él otra vez. El mismo al que yo también solía observar todos los días. Pensé que quizá estaba soñando. No era así. Él estaba frente a mí y yo junto a él. Como siempre lo imaginé. Me entrelacé en sus brazos y el contacto esperado por fin se dio. Ya éramos uno. Como en mis sueños. Como en nuestros sueños.

lunes, 23 de noviembre de 2009

No sé



No sé desde cuando empecé a creer que tu presencia tenía un significado más grande
No sé desde cuando oír tus palabras hacen que mi corazón se acelere
No sé desde cuando tengo la maldita necesidad de oírte todas las noches
No sé desde cuando pienso en ti antes de dormir...

No sé desde cuando empezaste a entrar en mi vida
No sé desde cuando mis palabras casi siempre son dirigidas a ti
No sé desde cuando la sonrisas fingidas empezaron a ser sinceras
No sé desde cuando el "te quiero" empezó a tener otro rumbo...

No sé desde cuando mi vida empezó a tambalearse por el soplo de tu vida
No sé desde cuando los lazos de afecto empezaron a atarse fuertemente poco a poco
No sé desde cuando tengo miedo estar cerca de ti y caer en un abismo
No sé desde cuando empecé a depender de ti y ya no puedo escapar...

jueves, 29 de octubre de 2009

Y entonces


...Y entonces caigo en cuenta de que las lágrimas ya no son suficientes para que regreses
de que mis besos ardientes ya no pueden calentarte ni un día más
de que mis brazos son demasiado débiles para abrazarte con más fuerza
de que mi cuerpo empezó a perder su forma y ya no te gusta más.

Y nuevamente me pregunto ¿Cómo pude dejarte ir?
¿cómo es que no hice nada para retenerte algunos días más?
¿Cómo es que no logré tomarte de la mano con la misma fuerza con la que te até alguna vez a mi amor?
¿Cómo es que siento que aun llorando toda una vida no volverás a mí?
¿Cómo es que una parte de mí se fugó contigo y no quiero recuperarla?

Entonces ahora entiendo que la vida continúa
que las lágrimas no sirven de nada
que tú y yo nunca nos pertenecimos
que nuestras vidas estuvieron juntas y separadas al mismo tiempo
que mi alma ahora vaga por las calles buscando una nueva víctima para enamorarse
que quizá ese amor ya está aquí y yo no me he dado cuenta
que mi vida ya encontró su destino y que tú no estás más en él...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Se volvió a ir


Buscando la salida a este mundo de problemas me topé con un rostro familiar. Mi vida había sido terrible en estas últimas semanas. Un día relativamente soleado se había convertido en un tenebroso día nublado sin ninguna solución. Mi cabeza estaba por estallar y yo sólo buscaba una mano caliente y un hombro en donde apoyarme para llorar. Era lo mejor que podía hacer.

Sentí que la maldita mañana llena de risas y canciones mal cantadas - pero animosas - se habían ido al tacho de basura. Maldita sea!, fue lo primero que dije al darme cuenta de que todo empezaba a empeorar. Volteé el rostro y me topé con tu foto frente a mí. "Ya ya! ya sé que toy haciendo las cosas mal, pero es que me llega pz (una de mis palabras favoritas ) todo es gritos y discusiones, qué hago?", dije. 

Sí, era él otra vez, como las muchas veces en que renegué de mis días y me dijo que no estuviera así. Fue xtraño, inusual. Una tranquilidad me bañó en solo segundos. Lloré inconsolablemente y le pedí paciencia para terminar el agotador día. No sé si me oyó, pero las cosas empezaron a cambiar. Llegué a la universidad, salude a mis amigas, e intenté distraerme de las cosas. De pronto, de nuevo las cosas malas se posaron, como mariposa en la rama, sobre mi cabeza. No sé qué hacer, dije. 

Es que las cosas han cambiado, ya no estamos juntas, él no está en nuestras vidas de la misma forma y me siento sin salida. Como si el mundo fuera a acabarse mañana. Qué pasó ahora?, me preguntó una de ellas. Yo no sabía como explicarle tantas cosas a la vez, cómo decirle que siento que estoy sola, que nadie se preocupa por mí, por lo que hago, por lo que me sale mal - o terriblemente mal -, por mi vida en general. Quise llorar nuevamente, pero me contuve. "Ya no más lágrimas", me dije. 

De regreso a mi casa. Respiré fuertemente antes de entrar y abrí la puerta. Le di un beso a mi hermana y mi mamá. Fabi (mi hermana) me abrazó y me dijo: ya le pedí disculpas, porque me di cuenta de que ella nunca lo haría. Sonreí y la volví a besar. Me alegró oír eso. Demasiado diría yo. Entré al dormitorio, miré su foto nuevamente y le sonreí con ternura. La calma parecía volver a mí. Recé - como todas las noches - e intenté dormir. 

Soñé con él en un abrazo nunca dado, diciéndole que tenía miedo de volverlo a perder; me miró a los ojos y me dijo: "No!, eso no va a pasar, no pienses en eso. Ya regresé y me quedaré aquí". Me levanté llorando sobresaltada, creí tenerlo entre mis brazos. Su presencia se escurrió entre ellos como agua por mis manos. Se volvió a ir.

domingo, 12 de julio de 2009

Para el hombre de mi vida... Mi papá


Te miré a los ojos y me di cuenta que ya no reflejaban esa fuerza que yo había conocido en ti. Me di cuenta que ahora esa mirada penetrante vagaba por el dormitorio de una forma extraña, sin un rumbo fijo. Corrí a tu lado y sostuve tus manos con las mías. Ya no había ese calor que yo sentía antes cuando solía acariciarlas. Me quebré en llanto y sólo atiné a decirte que te quería demasiado.
De pronto, pensé en la idea de hablarte, quizá aún podrías oírme, quizá aún tendrías algo de fuerza para sentir mis palabras. Despiértate, no nos dejes. No me importa todo lo malo.. que vuelva a pasar si es necesario, pero no nos dejes. Levanté mi rostro de tu pecho y me di cuenta de que unas lágrimas caían por tu mejilla. Me oías, yo no me había equivocado. Y cómo equivocarme, te conozco demasiado como para saber que aún en los peores momentos oirías mis palabras. Recé con mucha fe, como quizá pocas veces suelo hacerlo. Lo hice por ti.

No podía resignarme a la idea de que no se podía hacer nada más. Cómo estar tranquila si me dicen que tu vida empieza a apagarse y yo sin poder cambiarla por la mía. Agité tu cuerpo incesantemente pidiéndo que no me dejaras. Diciéndote que cumpliría la promesa que te hice. Ni siquiera eso hizo que todo cambiara de dirección.

Me sentía impotente, triste, inconsolable. Tus ganas de vivir se apagaban cada vez más y yo sin poder darte ese soplo de vida para hacerte renacer una vez más. Pensé que me hablarías así como lo hiciste días antes. Como cuando llegué con mi hermana y logramos que abrieras los ojos para decirnos que nos amabas y que éramos lo mejor que tenías. Pensé que volverías a tomarnos de las manos y decirnos una vez más que nos amabas tanto como nosotras a ti. No pasó nada.

Ya déjalo descansar. Esas palabras lapidaron mis fuerzas. Me dejaron sin nada que decir y me hicieron llorar más que nunca. Más que siempre. De pronto, tus manos empezaron a enfriarse y dejaste de respirar. Mi frente estaba sobre ellas como cuando quería que me consolaras. Se acabó.

Una serie de imágenes pasaron rápidamente por mi cabeza. Te quiero. Cuiden a su mami. Quiéranse mucho. Siempre estaré contigo, hijita. Todo, todas esas palabras retumbaban incesantemente en mis oídos.

Cómo resignarme a dejarte ir. Cómo consolarme con solo saber que ahora no sufrirías. No podía. No podré. Los días han sido difíciles. Mi vida lo seguirá siendo. Quizá aún más que antes. Pero no puedo cambiarla, solo puedo aferrarme a tu recuerdo, a eso tan valioso que pudiste dejarme. Con lo único que puedo estar feliz es con saber que aún estamos juntos, de la forma que fuese, pero estamos juntos. Los cuatro, siempre los cuatro, como tú decías. Te prometimos ser fuertes y estamos haciendo todo para cumplir con esa difícil promesa. En realidad muy difícil, pero si es por ti... entonces vale la pena.

Gracias por todo lo bueno que pudiste darme, por estar conmigo en los momentos difíciles, en los buenos y malos ratos. Gracias por esa seriedad que nos permitió ser las personas que somos ahora. Por los cuidados de papá celoso para que nadie nos hiciera daño. Gracias por ser tan fuerte y haber luchado tanto tiempo por nosotros, para seguir a nuestro lado. Gracias por haber sido nuestro papá.

Para el mejor papá del mundo. Que aunque ya no puede hablarnos con palabras, nos habla con el corazón. Te amamos y te amaremos toda la vida.

viernes, 3 de julio de 2009

Un girasol a los pies de mi cama...


Mis ojos habían sido tentados por tan perfecta figura. No sé por qué, pero no podía contener mis ganas de volver a mirarlo. Empecé a observalo de arriba hacia abajo, de lado a lado y no podía concebir tanta belleza en un solo ser. Sus ojos brillaban intensamente y yo me deslumbraba. 

Las luces se apagaron y entonces solo pude oír su voz. Por qué no crees que existo? Dame la oportunidad de demostrarte que estoy aquí...vine para ti, dijo. No sé qué pasó por mi mente en ese momento, sólo sé que me arrojé en sus brazos y le pedí que no se fuera. 

Él me tomó de la mano, me sentó sobre la cama y se colocó silencioso a mi lado. Sentí un calor inusual en mi cuerpo y de pronto su mano tocó mi rostro con una delicadeza única. Me acarició tiernamente por unos segundos y habló en voz baja: La vida no es lo que parece, es más sencilla. Parece que tú te has empeñado en hacerla complicada, dolorosa. Por qué? No tiene sentido. A veces te he oído decir que no tienes a nadie, que te sientes sola. Cómo puedes decir eso? Te tienes a ti, me tienes a mí y eso basta. 

Una tranquilidad invadió mi ser. Entonces apreté fuertemente sus manos y me dije - hacia mis adentros - que no sabía como hacer las cosas bien, que necesitaba de alguien. Quizá me escuchó, no lo sé. Sólo le oí decir que nadie sabe como hacer las cosas y en eso está la razón de vivir. En experimentar situaciones nuevas, en estar a cada momento en algo desconocido y tener miles de opciones para cambiar el destino de nuestras vidas.

De repente, un frío estremecedor se introdujo en mi habitación, yo tomé una frazada y me cubrí totalmente el cuerpo. Las luces se volvieron a encender, un girasol estaba a los pies de mi cama...él ya se había ido.

martes, 23 de junio de 2009

Nuestra última cita


De repente levanté mi mirada y me topé con tu nombre escrito a cincel en una lápida blanca. Sentí otra vez todos esos recuerdos en mi corazón. Sentí que cada una de las cosas que me enseñaste a hacer se me olvidaban y deseaba que me las hicieras recordar. De pronto una lágrima empezó a caer por mi mejilla. No me pude contener. 

Y cómo hacerlo si una vez más me di cuenta de que no volvería a verte más. Cómo aguantar mi rabia por no poder haber contado contigo por más y más tiempo. Por qué ya no puedes moverte? por qué ya no puedo peinar tu sedoso cabello todos los días intentando hacerte un nuevo peinado para que luzcas aún más hermoso?. Sin intentarlo, tu rostro se posó una vez más en mi frágil memoria - y digo que lo es porque en verdad a veces olvido cosas que no debería-. 

Sonreí sin quererlo, tus palabras y algunas sonrisas retumbaban en mis oídos; quería entenderlas, pero algunas eran confusas, inaudibles. Deseé con toda el alma volverte a ver una vez más e irme con el recuerdo de haber pasado una tarde más a tu lado. Pensé en el hecho de sentirme sola y veces hasta incomprendida por las personas que dicen amarme, y una vez más ese sentimiento de rencor hacia los demás se fue de mi mente. Lloré como hace tiempo no lo hacía por alguien a quien extraño tanto como a ti. Pensé en cómo serían las cosas si aún estuvieras a mi lado. 

Pensé en qúe me dirías si yo te contara de mis repetitivos errores en la vida y qué pensarías de mi forma de vivirla. Te extrañé más que otra veces, mucho más. Sentí unas ganas enormes abrazarte y sentir tu eterna protección - eterna porque sé que me la sigues brindando aun donde estás -, sentí una infinita ansiedad por tenerte frente a mí y poder contarte de mis problemas, de esos a los que lo demás llaman insignificantes.

Me despedí con algo de tristeza. Quizá sentí que aunque el lugar de nuestro encuentro era bastante frío había servido para sentirme más tranquila y haberme llenado de esa energía que sólo tú me puedes brindar. No tengo idea de dónde estés ahora. Sé que es mejor que en donde estoy yo, pero igual quisiera que estés aquí conmigo. 

Discúlpame por no tener la fortaleza suficiente para enfrentarme a tantos por lo que quiero. Tengo miedo, y lo sabes. Siento la necesidad de aferrarme a alguien cuando siento que ya estoy perdiendo una vez más a alguien irreemplazable. No dejes de escucharme como hasta ahora, quizá te cuente cosas superfluas, pero son importantes para mí, a quién se las contaría si no es a ti??..

jueves, 11 de junio de 2009

Yo te amo... yo también


Al fin pudo decirle lo que ella jamás quizo oír otra vez: ya no sé si te amo. Cómo no saberlo?.. Pasaban horas y horas juntos, conversaban de sus planes, querían unir sus vidas eternamente, querían tener un hijo al que engreirían y llevarían a la escuela al menos un día a la semana (¿hasta de eso han hablado?.. sí), habían hablado casi de todo. Ahora ella se daba cuenta de que faltó hablar de algo más: se amarían a pesar de las dificultades? a pesar de todo?.. Solían conversar de las cosas lindas de la relación, de las cosas que ellos creían importantes para un futuro. Pero jamás se preguntaron si ese amor que decían tenerse estaría ahí siempre.

"El amor no se va, sólo cambia de lugar". Gran frase. ¿Pero qué significa exactamente? El amor es algo así como un paloma. Permanece en donde es alimentada, en donde la cuidan, en donde la protegen, pero si se da cuenta de que no se así se va a otro lugar a buscar lo que no encontró. Eso pasa con el amor también? Sí. El amor también se va cuando no encuentra en ese "alguien" lo que necesita y se trasforma en algo distinto como la costumbre.

Ella no se había acostumbrado a él. Quizá sí, pero se había acostumbrado a amarlo, a estar a su lado. El estaba confundido. Sentía que ese amor que alguna vez le tuvo se había trasformado en eso, en una maldita costumbre y no sabía como decírselo.

Lloró incesante y la abrazó fuertemente. Ya no sé si te amo, le dijo. Ella asintió con tristeza y contuvo sus lágrimas. No era sencillo hacerse la valiente, pero lo tenía que hacer; no podía permitir que la lastimaran otra vez.

Por qué ya no amarla. Qué pudo haber cambiado las cosas de tal forma y cómo. Él pretendía ser su amigo fiel y estar a su lado de la forma que fuese; ella jamás lo permitiría. No podría ser amiga de la persona que amaba (recuerdas?). Entonces empezaron a merodear los sentimientos del uno hacia el otro y una luz encendió sus almas.

Esa misma noche, él llegó a buscarla. Dijo que se había dado cuenta del error cometido y pretendió salvar su amor. El padre de ella se opuso rotundamente a que la viera y la protegió del modo en que jamás ella imagino que lo haría. "Deja que asimile las cosas, eres linda, no pienses que te quedarás sola. El no sabe que mujer se pierde". Entonces se sintió reconfortada e intentó sonreír.

Lo llamo o no?.. lo llamó. "No me digas nada, sólo escuchame: Te amo y no quiero perderte, pero tampoco quiero lastimarte", le dijo. Ella lloró inconsolable y colgó.

A la mañana siguiente, su mente ya estaba despejada, quizá sintió que las cosas estarían mejor. Y así fue. No sé exactamente cómo, pero pudieron verse y hablar detenidamente. Ella quería una segunda oportunidad, pero cómo pedírsela, cómo decirle que no le importaban sus dudas. Su cabeza sabía que no podía pasar eso por alto, pero su corazón sabía del amor que sentía hacia él y que no quería dejarlo ir así como si nada.

Lo miró a los ojos y lo abrazó con ternura; "yo te amo", le dijo; yo también, le respondió él. Caminarón sin saber a dónde; su amor había regresado.

martes, 26 de mayo de 2009

No me mires


Aquél ser extraño me miró a los ojos y me hizo temblar. Sentí cómo intentaba despojarme de mi alma y apoderarse de ella. Sentí cómo sus manos se adentraban bajo mis ropas e intentaban tocarme el corazón. Lo observé temerosa y sólo atiné a cerrar los ojos. Respiré profundamente y me esforcé por esconder mi miedo. Creo que no lo logré.

Nuevamente él se aproximó y me susurró al oído una frase que no entendí: no me mires. Yo mantuve mis ojos cerrados, pero intentaba imaginarme quién era, que quería hacer, por qué lo hacía. Quizá después todas mis preguntas serían respondidas.

De pronto, sentí como mi cuerpo empezaba a adormecerse con el rozar de sus manos. Qué me sucede, me pregunte hacia mis adentros. Me recostó sobre una manta caliente y empezó a desnudarme. Yo ya no estaba en mí, quizá empecé a volar en mis pensamientos, no lo sé. Entonces, sentí sus dedos intentando dibujar mis formas de una manera singular. Me dio un beso en la mejilla y volvió a decirme no me mires. De pronto, sentí una lluvia de rosas sobre mi piel desnuda, empecé acurrucarme en su pecho y él me abrazó tiernamente.

Sólo sentí una piel calentita rosando la mía. Sentí un amor por alguien a quien no podía, o mejor dicho, no debía mirar. Protéjela, cuida a mi estrella y no permitas que su brillo se esfume. Permítele ver en mi alma el amor que tuve guardado para ella, dijo haciendo una cruz en mi frente. Sentí su mirada estremecerme.

Sonó una campana suavemente, me levanté sobresaltada, y él ya no estaba. Tenía un bandeja con el desayuno a los pies de mi cama, me acerqué y vi una nota que decía:
"Perdóname por no poder quedarme para ver lo hermosa que te veías al levantarte. Perdóname por no querer que me mires, deseaba que sólo sintieras mi esencia ahí, a tu lado. No te preocupes, yo volveré a velar tus sueños todas las noches. Yo volveré por ti las noches que sean necesarias hasta que sepa que estás bien. Pero prométeme algo: promete que cerrarás los ojos así como esta noche. Simplemente, no me mires... sólo siénteme.

lunes, 25 de mayo de 2009

Y lloré...



Lo miraba desde mi ventana creyendo que vendría a mí otra vez. Él me miró con sus grandes ojos marrones y sonrió sutilmente haciéndome creer que volvería por mí en la noche. No regresó nunca más.
Lloré toda la madrugada, lloré como una niña por su juguete más preciado. Él no regresó. Me dejó sola ésa y muchas noches más. Me dejó en mi cuarto rebosante de soledad. Me dejó como aquel oso de peluche que me regaló alguna vez: con el corazón en las manos y los ojos melancólicos.
Yo lo amaba y soñé con que vendría por mí; soñé con que vendría a llevarme a su lado. Me olvidó quizá, no lo sé; de lo único que estoy segura es que ya no vendrá.
Ya no se posaba esa sonrisa en mis labios. Ya no habían esas ganas de volver a nacer cada día. Ya no había esa energía que sólo él me brindaba. Ya no había nada.
Seguí llorando. Lloré toda la vida. Me ahogué en mi llanto y aún así él no volvió. Me dejó desprotegida. Me dejó sentada junto a su amor. Me dejó en una noche de lluvia de lágrimas, me dejó en una noche de luna escarlata, me dejó en una noche maldita que jamás olvidé y por la que fui muriendo día tras día....>>

Soy la mujer...


Soy la mujer más fuerte si me das tu mano y prometes estar a mi lado.
Soy la mujer más sensible cuando oigo tus palabras de amor.
Soy la mujer más sencilla si me halagas de las mil formas que sabes hacerlo.
Soy la mujer más bella si me dices que para ti lo soy.
Soy la mujer más humilde si me enseñas que serlo me hace una mejor persona.
Soy la mujer más gritona si tengo que decirte "te amo" delante de todo el mundo.
Soy la mujer más valiente si estás conmigo siempre.
Soy la mujer más triste si me dices que no quieres seguir a mi lado.
Soy la mujer más melancólica si sólo me quedo con cartas tuyas y las experiencias te las llevas tú.
Soy la mujer más enérgica si veo tu rostro todas las mañanas y sé que aún estás ahí.
.... Soy la mujer más feliz de este mundo si prometes estar conmigo toda la vida y lo cumples.

viernes, 8 de mayo de 2009

A través de mi ventana


Cómo es que pueden haber diferentes realidades en un mismo país, cómo podemos ser tan indiferentes con los demás, cómo podemos mirarnos las caras y creer a veces que esa otra persona no merece nada, ni siquiera vivir.

 Es domingo y quedé en salir con mi hermana y mi mejor amiga del colegio. Nos citamos a la una de la tarde en Miraflores. Abordamos el bus poco antes del mediodía, subimos presurosas ya que era un poco tarde. Desde mi abordo presentí algo extraño. Hallamos asientos desocupados y nos apuramos para llegar a ellos.

 Miro a través de la ventana como siempre, me gusta hacerlo – desde que tengo uso de razón- porque puedo darme cuenta de que la realidad es distinta en cada lugar por donde paso. Me llaman la atención los carteles, las tiendas, pero sobre todo cómo llego a mi destino, por si me pierdo, al menos sé cómo regresar.

 El bus se detiene y sube un joven de aproximadamente 20 años, dice ser un estudiante que trabaja para comprar los materiales que necesita para hacer sus trabajos en la universidad. Entiendo lo que debe pasar, estudio en una del estado y sé de las deficiencias materiales que hay, no sólo ahí sino también en los estudiantes. Le compro dos caramelos y lo miro amablemente. No podía serle indiferente como sí lo fueron varias de las personas a las que les ofreció sus golosinas. Pienso en él y dentro de mí rezo porque todo mejore (aprendí que es bueno hacerlo, ayuda mucho).

 Han pasado treinta minutos, mi hermana se quedó dormida y el carro está algo lleno. Hay una señorita muy bien arreglada casi a mi lado que trae unos fólderes al parecer pesados, opto por ayudarla y ella me lo agradece.

 Más o menos por la avenida Pizarro el bus otra vez se queda algo vacío, mi hermana se despierta, se limpia los ojos y empieza a mirar junto conmigo por la ventana.
 Ya en la avenida Tacna, sube una niña con ropa muy gastada, de un lindo rostro y de sonrisa encantadora. 

Dice que sabe bailar y cantar, dejo de mirar por la ventana y me concentro en ella. Empieza su presentación, baila de una manera muy chistosa y sin darme cuenta me saca una sonrisa; mi hermanita sonríe también y empieza a sacar una moneda de su bolsillo. Me dice que no tiene mucho dinero, pero le quiere dar algo porque seguro no tiene qué comer. La miro con ternura y pienso en cómo una niña de su edad puede tener más bondad que todos los del bus juntos.
Sigo mirando a la calle y veo a los ambulantes que van uno tras de otro ofreciendo sus productos, sólo en el paradero se le acercaron 3 vendedores a una misma persona. El trabajo es escaso, de eso no cabe duda.

 Ya en la siguiente avenida el bus se detiene por unos 2 minutos. Una policía lo detuvo por cometer una infracción. Es entonces cuando veo que un hombre delgado de aspecto no confiable se acerca sigilosamente a una dama – muy bien arreglada- y le arranca de las manos su monedero. El hombre se va lentamente como si nada hubiera pasado y la gente que vio el suceso optó por no hacer nada.

 El carro avanza, pero yo no me puedo quitar la imagen de ladrón de mi mente. Pienso en él y el porqué de su actuar, por qué robar teniendo manos y piernas para trabajar como los demás. Primero lo maldigo, pero después me doy cuenta de que quizá no tuvo otra opción, de que quizá ese es el mundo en el que le tocó vivir, el mundo donde los injustos ganan y los justos son juzgados, donde no se vive, se sobrevive.

 Cerca a la avenida Camino Real empiezo a ver cosas distintas. Las calles están adornadas de enormes árboles, hermosos jardines y lindos rosales. Los edificios ya no son descoloridos ni están por derrumbarse como en los lugares anteriores por donde pasé. Estos son enormes, hermosos y basta ver el estacionamiento para darse cuenta de que la gente que vive dentro ya tiene otro nivel social. La gente tiene mejor apariencia, pero no todas tienen también al mismo tiempo un mejor corazón.

 Mi hermana me habla de que le gustaría tener una “casota” así y un carro convertible, yo la miro, sonrío y le digo que estudie mucho si quiere vivir de una mejor manera, ella mueve la cabeza.

 Ya estamos en la avenida Santa Cruz y la vista exterior es la misma, casas lujosas, autos último modelo, niños con niñeras en sus bicicletas y hombres de trajes elegantes caminando presurosamente.

 Ese lado del mundo es distinto – porque ese pedacito es un pequeño mundo- cada rostro se ve más tranquilo, más seguro. Al otro lado, las personas caminan con miedo a ser interceptadas por algún ladrón y otras se ganan la vida vendiendo en las calles para poder llevar un pan a su hogar. La inseguridad abunda tanto como la pobreza.
Lima tiene dos partes: la del dinero, el trabajo y la seguridad y la de la pobreza y la inseguridad. Qué podemos hacer para unirlas y hacer que sea mejor. Simplemente dejando nuestra indiferencia y egoísmo a un lado y extendiéndole la mano al que la necesita de verdad.
"No dejemos que esas personas se sientan solas, hagámosles saber que estamos ahí para ellos, hagámosles saber que Dios existe."

domingo, 3 de mayo de 2009

Lo que siempre esperé...


Su mirada refleja mucho más de que él quiere mostrar. Tiene los ojos más lindos y profundos que he podido ver. Adoro la suavidad de su frente, de sus mejillas. 
Tiene labios color carmín, suaves, delgados y únicos. Y qué decir de su sutil sonrisa, de esa sonrisa capaz de hacerme temblar, capaz de hacerme sonreír aunque una lágrima esté cayendo por mis mejillas. 

Ese lunar en el cuello es impactante, oscuro como sus ojos y tan notorio como su bondad y auntenticidad. Su pecho protector, lleno de calor de amor, lleno de ese todo que quiero sentir. 
Esos brazos prestos a darme el abrazo perfecto cuando me siento caer, calientes cuando tengo frío. Sus manos grandes y suaves son esas a las que quiero estar sujeta toda mi vida, son las quiero tocar como amuleto para tener un buen día. Su cintura contorneada, exactamente del tamaño de mis brazos, como hecha para ser abrazada por mí. Sólo por mí. 
Sus piernas fuertes y preparadas para caminar conmigo todo lo que falta por recorrer. Todo eso que ambos queremos andar. Sus pies firmes al caminar, listos para nuestra carrera de amor.

Tiene el corazón más grande del mundo. Ese corazón capaz de darme todo ese amor que necesito para sentirme bien, para sentirme protejida. Este ser único tiene esa tranquilidad que necesito en mis días angustiosos, en mis días de adrenalina. Y tiene también esa energía para mis momentos de cansancio, de aburrimiento. 

Tiene cada una de las cosas que me hacen falta. Tiene amor para darme, tiene calma para entenderme, tiene silencio para cuando quiera hablar solo yo, tiene risas para cuando necesito oírlas y tiene esos besos llenos de vida que hacen que quiera levantame cada día y siga luchando.

Para mí chico perfecto. Ese que esperé toda la vida, que encontré y jamás dejaré ir.

Por ellos...


Su vida se había convertido en ese lugar al que ella ya estaba cansada de regresar. Era cansada, lenta, sin emoción. Sólo esas dos luces que fue capaz de concebir con amor fueron las que la levantaban por las mañanas con ganas de luchar un día más. La animaban a seguir adelante, a dar todo de sí por ser feliz con ellos. Estaba descuidada, delgada, casi sola. No se hallaba en ese lugar al que empezó a pertenecer hace ya bastantes años: su hogar. 

Empezaba a desacostumbrarse a él, a querer huir de ahí, quería gritar con todas sus fuerzas y así liberarse de ese rencor que empezaba a sentir por quien en un principio amó. Ese complemento de su vida ahora se convertía en la pieza de un nuevo rompecabezas que ella no sabía armar. Él se convertía en ese algo ajeno a su vida, ajeno a su alma, ajeno a su amor. 

Ella lo esperaba con emoción en un inicio, ahora sólo quería que estuviera allí para sentirse pro tejida. Ahora esperaba a ese amor que cree algún día encontrará, ese amor que necesita para sentir que su vida está completa, ese gran amor que toda mujer quiere encontrar como regalo a su entregada vida. Ella se lo merece. Merece a ese hombre capaz de amarla con sus defectos y virtudes, que la respete como mujer y como madre, que ilumine su mirada todas las mañanas con una palabra de amor, que le llene el alma de alegría y comparta más que gritos y quejas. 

La soledad entraba a su casa cada mañana y se apoderaba de su alma día con día, año con año. Ella abrazaba fuertemente a sus hijos y se llenaba de fuerzas para luchar contra ella. Miraba ellos como se reían y ella sonreía también; renegaba a veces, pero su amor de madre no permitía que eso manejara su vida. Esa mujer de carácter fuerte y de alma sensible estaba a punto de dejar ir todo, pero pensaba en esas luces de vida y regresaba a la realidad junto con ellos. Jamás los dejaría solos, porque ella puede dejar a ese hombre que la lastima y la quiere amilanar, pero jamás dejaría su vida en esa casa, a sus vidas, a sus dos grandes amores: sus hijos. 

Para mi tía Lilly, una de las mujeres más valientes que he conocido. Te quiero mucho!

sábado, 25 de abril de 2009

Tan sólo con mirarte



Mirando su rostro fijamente pude darme cuenta de que ya es parte de mi vida.

Mirando sus ojos me sumergí en ellos y navegué en el fondo de su corazón.

Mirando sus labios supe que querían que fueran ellos lo que me dijeran "buenos días" cada mañana.

Mirando sus manos pude darme cuenta que deseo sean las que me guíen siempre.

Mirando su caminar me di cuenta de que es seguro y firme y podrá defenderme.

Mirando sus piernas supe que si yo me canso, estarían prestas a caminar por mí.

Mirando sus pies supe que están listos para empezar una gran caminata.

Miré todo eso en él.
Pero lo que más me gustó fue poder ver su alma y saber que estaría unida a la mía una eternidad.

martes, 14 de abril de 2009

Al fin pude hacerlo!!!


Y al fin pude mirarle el alma, pude tocarle el corazón y sentir ese amor entre mis manos.

Al fin pude rozar mis manos con las suyas y sentir su calor.

Al fin pude acariciarle el rostro y sentir su tersa piel.

Al fin pude caminar con él por la vida y saber que no estuve sola nunca.

Al fin pude abrazarlo y hacerle saber que es mi vida, no solo parte de ella.

Al fin pude inmortalizarlo en mi lienzo mágico y verlo cada mañana.

Al fin pude despojarlo de sus palabras y pensamientos y ser solo yo la dueña de su vida.

Al fin pude curarle las heridas del alma y hacerlo nacer cada día.

Al fin pude hacerlo mío con tan solo mirarlo con el alma y decirle que lo amaba más que a nada.

viernes, 10 de abril de 2009

Quisiera...


Buscando al hombre de mis sueños tuve que conocer a un sinfín de prototipos con los que jamás pensé cruzarme en el camino. Algunos de ellos tiernos, renegones, serios, fornidos, delgados y hasta con características poco comunes. Después de un largo tiempo saliendo con todo tipo de hombres llegué a las garras de mi marido.

Después de ser novios cerca de 2 años, al fin decidimos unir nuestras vidas ante Dios. ¡Craso error! Quizá el amor me cegó, no lo sé; pero fue la peor idea que se nos pudo ocurrir.
Desde la luna de miel nos dimos cuenta de que debimos esperar un poco más de tiempo. Yo esperaba que me llevara cargada a la cama, sin embargo, me dijo que mejor caminemos o le terminaría doliendo toda la espalda. A la mañana siguiente me encontré con que mi marido no me había preparado el desayuno (yo esperaba que lo hiciera) y por el contrario, estaba echado en la cama esperando que yo hiciera el mejor desayuno de su vida.

Una vez instalados en nuestra nueva casa, empezó el calvario. El quería que yo me levantara temprano a prepararle su lonchera para el trabajo y yo esperaba una flor a su llegada por la noche, pero ninguna de las dos cosas sucedió.
Por otro lado, su madre estaba todo el día con nosotros. Esa casa parecía más suya que nuestra. Quería disponer de todo, pues a su hijito no le podía faltar nada.

Todas las noches yo lo esperaba ansiosa; me ponía la ropa más sexy y me echaba la mejor loción; sin embargo, mi esposo llegaba y sólo quería dormir. Así que yo me tenía que dar un duchazo de agua bien helada y echarme a dormir. Mi pregunta y la de todos es cómo pude sobrevivir tanto tiempo así.

Luego de tres años de infeliz matrimonio decidimos tomar caminos distintos. El siguió enamorado de su trabajo y yo cada vez más enamorada del amor. Es así que decido hacer una búsqueda exhaustiva, no podía rendirme tan fácilmente.
Lo que en realidad busco es un hombre inteligente, cariñoso, de esos que te traen algún regalito por las noches, que te preparan el desayuno algún domingo y son tus amigos más fieles.
Busco a alguien capaz de dar la vida por mí, alguien que me tome de la mano y se sienta orgulloso de andar conmigo por la calle, alguien que me respete y sepa que somos uno, pero que necesitamos un espacio para no sentirnos agobiados. Quisiera un hombre dispuesto a cumplirme los mejores sueños, un ser inigualable y único con el que yo pueda contar toda una vida y con el que quizá algún día confunda mis dientes postizos. Deseo conocer aquél hombre que llene mi vida de alegrías y comparta conmigo sus triunfos y fracasos. Y como último requisito pido que ese ser que yo sé que se presentará hoy en la puerta de mi casa con un girasol (porque sé que sabrá que me encantan) que lo más importante de mi larga lista de pedidos es que me ame tanto como yo lo amaré a él y que me acepte tal y como soy porque solo quien ama mi esencia me amará realmente.

domingo, 5 de abril de 2009

Quizá

No me mires de tan cerca. Quizá te des cuenta de que no soy esa mujer que esperabas. Quizá al fin comprendas que no soy para ti, que no estoy lista para estar a tu lado, que Dios no me hizo como complemento de tu alma. Que cuando Dios me hizo pensó en que sería buena, sería tierna, amorosa, sería única, pero estaría sola.

Quizá al fin puedas comprender que no siempre encontramos a nuestra media naranja en la adolescencia, que a veces podemos encontrarla en el ocaso de nuestra vida. Cuando nuestros huesos ya no tienen la misma fuerza y nuestra alma está a punto de irse con Dios.

Quizá puedas estar sin mi toda la vida, pero no puedas soportarlo ni un minuto. Quizá yo estaré siempre ahí a tu lado, pero no podré acercarme jamás. Tengo la esperanza de que alguna mañana de verano puedas verme a los ojos y decirme que algún día me quisiste, que algún día fui la chica de tus sueños.

Y que a pesar de que te abandoné antes de empezar la batalla aún me esperas. Sabes? Mi amor siempre estuvo ahí, pero no sabía como entregártelo. No sabía si podía recibir ese mismo amor multiplicado por mil. Tenía miedo. Quizá algún día cuando ya no esté aquí pueda decirte cuánto significaste en mi vida y pueda abrazarte en un momento interminable. En un momento en que nuestras almas se mezclen en un solo ser.

jueves, 2 de abril de 2009

Ojos negros

Eran dos luceros inapagables. Su mirada reflejaba toda aquella ternura que no podían revelar las otras partes de su cuerpo. Sus ojos negros siempre brillantes iluminaban el lugar. Sería feliz? yo creo que sí. Un niño nunca puede estar triste, pues Dios está con el aún en los momentos más difíciles. Jamás pude visualizar una mirada tan transparente y tan misteriosa al mismo tiempo.

La primera vez que la vi pensé en que quizá se trataría de algo bastante usual, pero me di cuenta de que no era cierto. Esa dulce mirada no la he vuelto a ver jamás. Esa voz algo afónica le daba ese toque aún mas intrigante. Su manera de hablar casi murmurando hacía que yo tuviera más ganas de saber de él. Y mientras más sabía más caía en cuenta de que aquél niño de mirada única había dejado algo en mí. Algo indescifrable. Sus ojos me dieron esa tranquilidad que necesitaba por las mañanas y esa gratificación al terminar el día. Me dieron ese todo que uno necesita para saber que las cosas marchan bien.

domingo, 1 de marzo de 2009

Él siempre estuvo allí...


Su rostro se mostraba triste. Quizá pensaba que no tendría más que dar. Ellas lo miraron tiernamente y le dieron un abrazo casi interminable. Unas lágrimas brotaron de sus ojos. El rey estuvo siempre abrumado de trabajos, viviendo presurosamente la vida. El cansancio les robó el tiempo de amor a las princesas. Ahora él se encontraba en su cama, descansando. Su cuerpo estaba perdiendo la guerra. Cómo ayudarlo? Cómo decirle que aún hay mucho por hacer? La reina miraba a lo lejos su sufrimiento.

Lloraba pensando en todo el tiempo perdido por la maldita labor de cuidarlas, de intentar que ellas tuvieran todo lo que según él se merecían. La tristeza se había adentrado profundamente en el lugar, era difícil erradicarla, pero no imposible. Aún había tiempo de luchar contra ese monstruo que se había apoderado de la salud del rey. Su vida de un momento a otro había empezado la carrera de la vida. Sin pensarlo, él ya se encontraba luchando sólo. Únicamente faltaban ellas para darle ese aliento de vida que él necesitaba. Las miró tiernamente y posó su mano sobre ese tridente de amor. Su sonrisa afloró nuevamente y una luz iluminó su rostro como nunca antes. Él estaba con el rey, su amor sería infinito.

Sólo él podría darle esa paciencia y la tranquilidad que necesitaba. Sus princesas estaban a su lado. El rey y la Reina se abrazaron en un momento único. El amor de Dios había llegado.