martes, 23 de junio de 2009

Nuestra última cita


De repente levanté mi mirada y me topé con tu nombre escrito a cincel en una lápida blanca. Sentí otra vez todos esos recuerdos en mi corazón. Sentí que cada una de las cosas que me enseñaste a hacer se me olvidaban y deseaba que me las hicieras recordar. De pronto una lágrima empezó a caer por mi mejilla. No me pude contener. 

Y cómo hacerlo si una vez más me di cuenta de que no volvería a verte más. Cómo aguantar mi rabia por no poder haber contado contigo por más y más tiempo. Por qué ya no puedes moverte? por qué ya no puedo peinar tu sedoso cabello todos los días intentando hacerte un nuevo peinado para que luzcas aún más hermoso?. Sin intentarlo, tu rostro se posó una vez más en mi frágil memoria - y digo que lo es porque en verdad a veces olvido cosas que no debería-. 

Sonreí sin quererlo, tus palabras y algunas sonrisas retumbaban en mis oídos; quería entenderlas, pero algunas eran confusas, inaudibles. Deseé con toda el alma volverte a ver una vez más e irme con el recuerdo de haber pasado una tarde más a tu lado. Pensé en el hecho de sentirme sola y veces hasta incomprendida por las personas que dicen amarme, y una vez más ese sentimiento de rencor hacia los demás se fue de mi mente. Lloré como hace tiempo no lo hacía por alguien a quien extraño tanto como a ti. Pensé en cómo serían las cosas si aún estuvieras a mi lado. 

Pensé en qúe me dirías si yo te contara de mis repetitivos errores en la vida y qué pensarías de mi forma de vivirla. Te extrañé más que otra veces, mucho más. Sentí unas ganas enormes abrazarte y sentir tu eterna protección - eterna porque sé que me la sigues brindando aun donde estás -, sentí una infinita ansiedad por tenerte frente a mí y poder contarte de mis problemas, de esos a los que lo demás llaman insignificantes.

Me despedí con algo de tristeza. Quizá sentí que aunque el lugar de nuestro encuentro era bastante frío había servido para sentirme más tranquila y haberme llenado de esa energía que sólo tú me puedes brindar. No tengo idea de dónde estés ahora. Sé que es mejor que en donde estoy yo, pero igual quisiera que estés aquí conmigo. 

Discúlpame por no tener la fortaleza suficiente para enfrentarme a tantos por lo que quiero. Tengo miedo, y lo sabes. Siento la necesidad de aferrarme a alguien cuando siento que ya estoy perdiendo una vez más a alguien irreemplazable. No dejes de escucharme como hasta ahora, quizá te cuente cosas superfluas, pero son importantes para mí, a quién se las contaría si no es a ti??..

jueves, 11 de junio de 2009

Yo te amo... yo también


Al fin pudo decirle lo que ella jamás quizo oír otra vez: ya no sé si te amo. Cómo no saberlo?.. Pasaban horas y horas juntos, conversaban de sus planes, querían unir sus vidas eternamente, querían tener un hijo al que engreirían y llevarían a la escuela al menos un día a la semana (¿hasta de eso han hablado?.. sí), habían hablado casi de todo. Ahora ella se daba cuenta de que faltó hablar de algo más: se amarían a pesar de las dificultades? a pesar de todo?.. Solían conversar de las cosas lindas de la relación, de las cosas que ellos creían importantes para un futuro. Pero jamás se preguntaron si ese amor que decían tenerse estaría ahí siempre.

"El amor no se va, sólo cambia de lugar". Gran frase. ¿Pero qué significa exactamente? El amor es algo así como un paloma. Permanece en donde es alimentada, en donde la cuidan, en donde la protegen, pero si se da cuenta de que no se así se va a otro lugar a buscar lo que no encontró. Eso pasa con el amor también? Sí. El amor también se va cuando no encuentra en ese "alguien" lo que necesita y se trasforma en algo distinto como la costumbre.

Ella no se había acostumbrado a él. Quizá sí, pero se había acostumbrado a amarlo, a estar a su lado. El estaba confundido. Sentía que ese amor que alguna vez le tuvo se había trasformado en eso, en una maldita costumbre y no sabía como decírselo.

Lloró incesante y la abrazó fuertemente. Ya no sé si te amo, le dijo. Ella asintió con tristeza y contuvo sus lágrimas. No era sencillo hacerse la valiente, pero lo tenía que hacer; no podía permitir que la lastimaran otra vez.

Por qué ya no amarla. Qué pudo haber cambiado las cosas de tal forma y cómo. Él pretendía ser su amigo fiel y estar a su lado de la forma que fuese; ella jamás lo permitiría. No podría ser amiga de la persona que amaba (recuerdas?). Entonces empezaron a merodear los sentimientos del uno hacia el otro y una luz encendió sus almas.

Esa misma noche, él llegó a buscarla. Dijo que se había dado cuenta del error cometido y pretendió salvar su amor. El padre de ella se opuso rotundamente a que la viera y la protegió del modo en que jamás ella imagino que lo haría. "Deja que asimile las cosas, eres linda, no pienses que te quedarás sola. El no sabe que mujer se pierde". Entonces se sintió reconfortada e intentó sonreír.

Lo llamo o no?.. lo llamó. "No me digas nada, sólo escuchame: Te amo y no quiero perderte, pero tampoco quiero lastimarte", le dijo. Ella lloró inconsolable y colgó.

A la mañana siguiente, su mente ya estaba despejada, quizá sintió que las cosas estarían mejor. Y así fue. No sé exactamente cómo, pero pudieron verse y hablar detenidamente. Ella quería una segunda oportunidad, pero cómo pedírsela, cómo decirle que no le importaban sus dudas. Su cabeza sabía que no podía pasar eso por alto, pero su corazón sabía del amor que sentía hacia él y que no quería dejarlo ir así como si nada.

Lo miró a los ojos y lo abrazó con ternura; "yo te amo", le dijo; yo también, le respondió él. Caminarón sin saber a dónde; su amor había regresado.